La CANCIÓN que no fue al BENIDORM FEST 2024

la cancion que tu quieres

Cada año el Benidorm Fest nos presenta nuevos temas para ir a Eurovisión representando a España que parecen impresionar al gran público. No obstante hay muchas buenas canciones con historias turbias detrás que se quedan en el tintero y ni siquiera llegan a ser seleccionadas. ¿Tongo, dinero, sobornos, famoseo, enchufismos? Sea como fuere os contaré una historia digna de un guión de película de Netflix.

Todo comenzó en el año 2022 cuando el famoso Benidorm Fest creó una Euromanía en España por el éxito de la cantante Chanel. Una joven que no se sabe cómo ni de dónde apareció de la noche a la mañana y se hizo famosa. Muchos alegan que hubo tongo, y de hecho, hay indicios de que lo fuera, pero seguramente habríamos quedado en peor lugar con la Tanxungueiras, que en teoría eran las que se suponía que tenían que haber ganado.

Antes de seguir leyendo este post, te recomiendo que aprendas primero a montar un plan de marketing musical desde 0. Puedes hacerlo leyendo mi post 👉Cómo hacer MARKETING MUSICAL desde 0👌

A mí, personalmente no me gusta nada la música de ahora: ni Chanel, ni Rosalía, ni Bad Bunny, ni ninguno de estos de ahora. No tengo nada en contra de su persona. Simplemente tengo otros valores y no veo útil que una tía cante en la tele delante de un montón de niñas que presume de prostituirse cuando no tiene dinero porque está muy buena y se lo puede permitir, o que un tío diga que “hiciste un pacto con mi bicho” o sólo cante canciones de fo****.

Creo que las cosas se pueden decir de muchas y más bellas maneras, como se hacía en las canciones de antes. Y eso hice. Intentar crear un hit que recordara a las baladas pop de principios de los 80, al más puro estilo Emmanuel, Jeannette o Miguel Gallardo.

Yo hasta entonces me dedicaba a hacer covers de canciones italianas y brasileñas de los 50 60 y 70, ya que la música de hoy en su mayoría es bazofia enlatada de rápido consumo. Y lo siento si alguien se ofende, pero realmente es así. Muchos me dirán que tengo envidia porque ellos tienen éxito y yo no, porque mis canciones son peores. Pero todos sabemos de sobra que hoy en día se ve a los frikis como genios y a los genios como frikis. Que se valora más una hamburguesa del Burguer King que un buen plato de restaurante, una mala canción con un ritmo repetitivo con letras que hablan de cómo le da su papi bien duro y se desprecian las letras curradas. Bienvenidos a la era de la idiocracia.

Pero claro, se ganaba más haciendo canciones propias. La historia es que yo nunca fui buena haciendo mi propia música. No obstante si de por sí se gana muy poco con las reproducciones de temas propios… ¡Imagínate con las versiones! Era momento de probar, de probarme a mí misma, ver hasta dónde podía llegar. Mi meta era crear un tema que fuera inmortal, de estos como los de antes, que aun pasando treinta años la gente los recordaría. La forma de que un artista sea inmortal es creando buenas canciones que permanezcan en los corazones de la gente. Ha sonado un poco cursi, pero es la realidad.

Así que me puse manos a la obra. Pedí inspiración al cielo, Dios o como lo quieras llamar. Tal vez fue mi mente inconsciente que se puso a trabajar para mí. Un día, como por arte de magia, se me ocurrió hacer un temazo (realmente lo es, sólo que al no ser famosa la gente nunca lo valorará) con una historia digna de esas series de Netflix que tanto os gustan. Me inspiré en una chica jovencilla que bailaba para una cantante famosa por aquel entonces (no puedo decir nombres, lo siento, pero juré no contarlo nunca y así mantendré mi palabra, y luego más abajo entenderéis por qué no quiero revelar nombres) y me inventé una historia que tiene todo: lo prohibido, la admiración por la belleza femenina y la perturbación. Dramatismo nostálgico al más puro estilo de las baladas ochenteras de cantantes como Camilo Sesto, Emmanuel o Jeannette. Esos sí que eran buenos tiempos para la música. Los más jóvenes no podréis entender esto jamás.

Me quería inspirar en esos versos tan hermosos y dramáticos del gran Manuel Alejandro (para los jóvenes que sólo escucháis “dale duro papi” y cosas así, es el mejor compositor pop del siglo veinte que hizo famosos a Raphael o la Jurado, la más grande. Hasta ganó el premio Príncipe de Asturias). Así que me pregunté ¿cómo escribiría Manuel Alejandro esta historia? Y en cosa de tres días tenía letra y melodía en mi cabeza.

Todo esto durante el verano de 2022, sin un duro, sin apenas conocimientos de producción y con tres meses para preparar todo, sin dinero, sin apoyos, sin enchufismos, sin famoseo, sin enseñar carne. La cosa pintaba muy mal. Era yo, una don nadie fracasada de treinta y seis años por la que nadie esperaba nada, contra el mundo.

Más de nada me servía, sólo me tenía a mí. Nadie creía en mí. Toda la gente me decía que dejara la música y me dedicara a algo que me diera “dinero de verdad”, pero lo único que puedo amar en esta vida es la música. Nos tenemos la una al a otra. No tengo más que eso. Si la dejaba ¿qué me quedaría?

Tuve que desayunar, comer y cenar vídeos de Youtube de producción musical de dudosa reputación, pero no tenía dinero, así que no me quedaba otra que adaptarme a las circunstancias. Suerte que siempre se me dio bien la música y tenía la capacidad de aprender instrumentos fácilmente (no es que quiera ir de listilla, pero aprendí un montón de cosas como idiomas, música y marketing digital por mi cuenta, hasta me saqué el bachillerato de Humanidades a distancia). Por lo tanto vi tutoriales también de cómo tocar algunos de los instrumentos que no controlaba: cuerdas y un poco el piano.

Para colmo, se desataron todo tipo de imprevistos: cuando conseguí reunir el dinero para registrar la canción en el registro de la propiedad intelectual estuve una semana afónica de la garganta. Cuando estaba ya bien, mis padres andaban todo el tiempo por casa y al darme vergüenza cantar semejante letra tenía que buscar cualquier momento en que estuvieran fuera. Por suerte, en esa época trabajaban los dos, pero a diferentes horarios.

Obviamente, con los limitados recursos de que disponía la canción no tenía una gran calidad en cuanto a producción musical se refería, pero todos sabemos de sobra que cuando se quiere lanzar a un artista, si este tiene una buena canción, con unas pocas clases de canto y una buena producción puede salir un buen hit que la rompa, como dicen ahora.

Ahora quedaba el siguiente paso, el paso que nunca debí seguir: ir a conocer a la chica en la que me había inspirado. Yo, toda inocente de mí, hice malabares para dar con ella. Perdí un montón de tiempo y dinero en viajes. Tuve que hacer muchos sacrificios para conseguir una entrada en primera fila para verla actuar en el musical donde trabajaba (160 pavazos me valió). Hasta fui tan idiota de hablar con fans de esta chica por mensajes directos de Instagram y enviarles la canción para ver qué les parecía.

Ese día tuve la “suerte” de dar con ella a la salida del musical consiguiendo entregarle un sobre donde había guardado un usb con la canción en mp3 y la letra. Le di mi Instagram para que me escribiera cuando la escuchara y me dijera qué le había parecido.

El resultado fue horrible. Niñatas locas de quince años que iban diciendo por ahí que estaba loca, otra de dieciocho años que me animaba a participar en festivales por un lado y por el otro iba diciendo que estaba loca y que mis canciones eran una mierda. El enemigo de una mujer, es otra mujer.

En cuanto a la chica que bailaba, todos mis intentos fueron fallidos. Cada vez que iba me soltaba un “ven otro día”, y claro, yo pensaba que en realidad estaba ocupada, cuando lo que me estaba queriendo decir era “largo, friki, no te quiero ver más por aquí. Temo que me secuestres”. Eso sin contar que las tres o cuatro veces que fui en su mayoría era para conseguir autógrafos, vídeos y cosas así para las niñatas que me insultaban y se reían de mí a mis espaldas, llamándome loca cuando, aunque suene raro, una de ellas mostraba comportamientos de típica niñata de quince años chula y narcisista.

Así que, haciendo de tripas corazón, volví una última vez porque se iba de ese musical. Parecerá una tontería, pero de tanto ir a verla para pedirle favores para gente indeseable me daba penilla que se fuera (llamadme sentimental, pero los que tenemos altas capacidades y PAS vivimos las cosas de forma diferente). Así que aproveché para ir a despedirme, preguntarle si había escuchado la dichosa cancioncita y si podía decir que me había inspirado en ella cuando me preguntaran en alguna entrevista en caso de que la canción fuera un éxito, y de paso contarle cómo me humillaban algunas de las fans que ella conocía y que me habían humillado (había hecho un grupo privado en Instagram precisamente con las fans que peor trataban al resto del fandom, jaja).

Llego al terrible lugar aquel domingo helado de diciembre y pregunto si está y si la pueden avisar. ¡Sólo quería hablar cinco minutos! ¡No toda la vida! Me dicen que sí, que ahora la avisan. Pasa el tiempo y la veo por ahí cenando y ni siquiera me avisaron. Me da que no debería estar ahí, pero un viaje de dos horas me obliga a quedarme y arriesgarme a que me rocíe con spray pimienta, de ese que funciona tan bien con los violadores. Mi intuición me dice que seguramente no ha querido saber nada del tema y se ha hecho la longuis. Aún así, me arriesgo a la orden de alejamiento. Total ¡sólo son cinco malditos minutos y no me vuelve a ver en su vida! Me acerco tímidamente como si tuviera que pedir perdón por haber nacido, como esos gatitos que vienen con miedo a pedirte comida cuando estás con el bocadillo en la mano, y le digo si puedo hablar con ella sólo cinco minutos. Pone cara de ojalá pudiera matarte con mis manos aquí mismo y pillo su lenguaje no verbal. Pero, joder, me he pegado un viaje de dos horas. Sigo con mi misión suicida. Al ver su cara de odio intento arreglarlo un poco y pregunto si me espero a que cene tranquila y luego se lo digo. Me dice incómoda que vale. Me meto en el restaurante ambulante de comida en que ellas estaban porque era finales de diciembre y os podéis imaginar el frío que puede hacer en el norte de Madrid cuya zona es un llano donde no hay un edificio o persona que frene el aire, y claro, tenía que volver a casa viva. Sólo pedía un poco de calor. Aún así me coloqué todo lo lejos posible para que no aumentara su desprecio hacia a mí, pero debe ser que no hizo efecto, ya que después de estar como una hora pasando frío salió corriendo junto a una de sus amigas las guays mirando para el suelo y andando con prisa, como si les persiguiera un testigo de Jehová pretendiendo meter la palabra de Dios en sus corazones. Todo esto habiéndome dicho que la esperara después de cenar y luego hablaba conmigo.

Y es que las generaciones de hoy entienden poco de educación. Yo cuando no quiero saber nada de una persona o no quiero que venga le digo amablemente que no venga más, que no la voy a poder atender., aunque le molesta No la hago esperar dos horas una fría noche de diciembre hasta las once de la noche teniendo dos horas de camino a casa y teniéndome que levantar a las cinco de la mañana. Si me hubiera mandado a la mierda desde el primer día, no habría vuelto a aparecer más por ahí, sé aceptar un NO, llevo toda la vida recibiendo Nos. Es mi especialidad. Pero los buenos modales no son cosas de la juventud de hoy.

Fue tal la humillación que juré no acercarme más a ningún famoso. Entonces comprendí que el mundo de la fama no era “tan divertido”. Que los famosos son gente superficial e insensible que ven a los “normales” como frikis desesperados inferiores a ellos. Como “esa gente insoportable” pero a la que hay que aguantar para no quedar mal delante de los medios. No vaya a ser que no venda tantos discos.

Por si fuera poco la gente de su entorno me tomó por friki, poniendo mis canciones a la altura de temitas como los de la dichosa Rosalía o el Bad Bunny. No me jodas.

Aprendí que hoy en día no se valora el talento, sino la carne que puedas enseñar en cada actuación, el número de gente a la que te llevas a la cama, las polémicas que crees, las pintas que lleves, o el nivel de sometimiento a la industria musical actual al que estés dispuesto a arrastrarte.

Después de eso me desanimé bastante y dejé la música un tiempo. Me di un año sabático ¿Para qué, Si nadie me iba a escuchar?

Actualmente estoy recuperando mi amor por la música y aprendiendo más sobre producción musical, pero sabiendo que jamás valorarán mi música. Pues un artista que hoy no baila como una stripper en las actuaciones, no enseña carne, no viste como si acabara de salir de una fiesta de disfraces o no canta las virguerías sexuales que le hace su papi no vende.

Obviamente, interpreté que la chica que bailaba no quería saber nada de mí, ni de mi canción. Supongo que en su imaginario quedaré como la acosadora que tú no quieres. Pero yo me acerqué en calidad de artista. Ni siquiera me gustaba la música que hacía la chica con la que bailaba.

Por eso es que prefiero no revelar nombres, para que si un día tengo la suerte de que alguien piense que mi música puede valer más que un céntimo por reproducción en Spotify no me atribuya la suerte a la fama de tal o cual, sino a mi esfuerzo personal y mi perseverancia.

Tal vez si enseñara mucha carne, hiciera actuaciones que se confunden con las de alguna stripper de algún bar de las Vegas, o tuviera los contactos suficientes como para dar con algún capo de Sony Music y vendiera mi alma cediendo a todas las miserias que me pidieran, tendría más “suerte”.

Pero por el momento me tendré que conformar con dejaros aquí las tres versiones de la canción para que las escuchéis.

Si os gustan y queréis difundir mi arte, os invito a que las compartáis con todos vuestros contactos, en todas vuestras redes sociales y las guardéis en Spotify. Así Spotify interpretará que mi canción merece la pena ser promocionada y la incluirá en listas de reproducción oficiales.

La canción que TÚ no quieres – Versión Benidorm Fest

La canción que TÚ no quieres – Versión Instrumental

La canción que TÚ quieres – Karaoke

Tal vez mi carta astral tenga razón y deba probar en el extranjero para triunfar en esto. Pero lo que está claro es que España y Latinoamérica sólo quieren reggaetoneros Daddys y Mamis que enseñen bien su flow a través de sus mini escotes y sus mini shorts de cuero.

Si estás harto de la música actual y echas de menos cantantes como los de antes tengo un proyecto que seguramente te va a gustar. Haz 👉CLIC AQUÍ para verlo

Bienvenidos a la cruda realidad.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *