Normalmente cualquier producción musical lleva un proceso de tres fases. En el caso de la música electrónica sólo se lleva a cabo la fase de postproducción.

Pre-producción: comienza cuando el productor recibe el encargo, la idea o partitura. Es la fase en la que se decide el repertorio en el caso de una banda musical. En el caso de un cantante o intérprete, se elegirán los músicos, el ingeniero o técnico de sonido, el productor musical, y se harán los arreglos musicales necesarios. También se elegirá el estudio de grabación y se planificará el proyecto.

Producción: es la fase más costosa y estresante del proceso de producción musical. En esta, se realizarán las grabaciones por parte de los músicos o intérpretes. Es importante generar un buen ambiente con el equipo y los músicos, pues de no ser así, se podrían generar muchas tensiones, afectar el rendimiento de los intérpretes y el equipo a la grabación e perder mucho tiempo y dinero.

Post-producción: una vez grabado el tema, se procede a esta fase que consta de tres procesos. En el primero, edición, se cortan, mueven o pegan fragmentos, se elimina ruido de fondo, se corrige el tono o el tempo o cualquier otro tipo de imperfección en el audio.

Después viene la mezcla donde se busca que la canción quede armónica y uniforme. Para esto se usa el paneo, la ecualización, la compresión y algunos efectos como delays, reverbs, ecos, chorus o flangers.

Finalmente viene el mastering, que normalmente lo hace el ingeniero de mastering. Aquí se busca que la pista final suene excelentemente en cualquier equipo musical. A menudo se suele hacer un mastering para sonar en la radio y otro para la versión que aparecerá en el disco o plataforma digital.